Dermatofitosis ¿Realidad clínica o tendencia en caninos y felinos?
Laureano Rodríguez Beltrán
Universidad Nacional de Colombia – Bogotá, D.C.
DEFINICIÓN
Los hongos tegumentarios o Dermatofitos, invaden el infundíbulo, hasta antes de la zona queratógena - “franja de Adamson”. Se establece un equilibrio invasor entre dos fuerzas opuestas: la atracción hacia la base por la queratina producida constantemente por el bulbo no invadido, y en contraposición el arrastre hacia la superficie por el crecimiento pilar (fase anagénica).
La dermatofitosis es una dermatopatía inflamatoria, contagiosa, que regularmente no compromete la vida, es tratable y por lo común curable (autolimitante), se contrae fácilmente por contacto directo y tiene importancia zoonótica.
Se trata entonces, de una entidad morbosa tegumentaria infecto-contagiosa y de interés aditivo por el riesgo de la Salud Pública, imponiendo a los Médicos Veterinarios dedicados a los animales de compañía, cuidadosa observancia de su inherente responsabilidad social, por el potencial contagio a humanos (a partir de gatos y perros afectados) inmunocomprometidos o con mayor riesgo por el rango
etario (niños menores de 5 años y gerontes mayores de 65), que hace necesario indicar y establecer estrictas medidas de prevención y control.
Como antropozoonosis, representa la enfermedad cutánea infecciosa y contagiosa más común en los gatos. Esta especie continúa siendo la que representa mayor riesgo zoonótico especialmente para los niños. A este respecto es importante destacar, por una parte, que la mayoría de las micosis de cuero cabelludo en los infantes son producidas por M. canis y por la otra, el gato como importante reservorio y/o transportador del agente causal.
La alopecia generada, es de inicio focal o multifocal, que puede evolucionar hacia la generalización. Cuando se asocia con manifestación de pápulas y/o pústulas (foliculitis) como lesiones tegumentarias primarias, pueden o no estar acompañadas por picor/prurito, evidenciado con respuesta de rascado del paciente.
Cuando no se evidencia picor inicial y se trata de un paciente cachorro o adulto joven, el clínico deberá enlistar, comprobar o descartar dentro de los posibles factores etiológicos: la presencia de ectoparásitos del tipo Démodex, de bacterias (pioderma) y también de dermatofitos.