Manejo quirúrgico de la inestabilidad torácica en pequeños animales
Carolina Oliver Ballester1, Fernando Reina Rodríguez2
1 Canadian Veterinary Hospital, Doha (Qatar) 2 Anicura Guadiamar SVR, Sevilla (España).
RESUMEN
La inestabilidad torácica o «flail chest» se suele producir por traumatismos severos a nivel de la pared costal. Se trata de una patología grave con un pronóstico reservado asociado a un alto índice de mortalidad. Los pacientes afectados suelen presentar disnea severa y movimientos paradójicos de la pared costal durante la respiración. El diagnóstico se realiza mediante la historia clínica del paciente, la presencia de movimientos paradójidos durante la respiración, y la visualización de fracturas múltiples en varios niveles en mínimo 2 costillas adyacentes. En las radiografías torácicas se puede observar enfisema subcutáneo, fracturas costales, neumotórax, efusión pleural, contusión y atelectasia pulmonar o incluso roturas diafragmáticas. El tratamiento inicial se basa en la estabilización rápida del paciente para garantizar una adecuada oxigenación, analgesia multimodal para control del dolor, y la monitorización constante para detectar posibles cambios. Mientras que muchos pacientes responden a un tratamiento médico de soporte, la cirugía exploratoria con estabilización quirúrgica de la pared costal es necesaria en aquellos pacientes que no respondan al tratamiento conservador o que presenten daños internos importantes, como aquellos que se producen en heridas penetrantes o por mordeduras. Existen diferentes técnicas de estabilización del segmento de la pared costal dañada, la mayoría de ellas adaptadas de humanos. Entre ellas se encuentran las técnicas de estabilización interna, estabilización externa, el empleo de materiales prostéticos y/o el uso de colgajos musculares, siendo posible combinar varias técnicas en el mismo paciente. El manejo postoperatorio suele ser complejo, siendo necesaria una monitorización exhaustiva. El pronóstico suele ser reservado, con tasas de mortalidad que pueden llegar al 17 %, siendo mayor en aquellos pacientes que requieren de una intervención quirúrgica, ya que esto suele ser un reflejo de la severidad de los daños internos.